El 19 de mayo de 1958 se registró uno de los hechos de barbarie más crueles de la historia de Santa Cruz:
"La Masacre de Terebinto", que fue impulsada por el gobierno nacional de aquella época el MNR
La masacre de Terebinto ocurrió tras la invasión de más diez mil campesinos armados provenientes de Ucureña (departamento de Cochabamba) enviados por el gobierno central para sofocar el 'foco rebelde' en Santa Cruz, que sólo demandaba el cumplimiento de la Ley del 15 de julio de 1938, conocida como la Ley Busch, la misma que otorgaba a Santa Cruz y a los departamentos productores de petróleo las regalías del 11 por ciento, recursos destinados para agua potable, luz eléctrica y caminos.
El gobierno de entonces atribuyó la revuelta al doctor
Melchor Pinto Parada, siendo obligado a exiliarse en Argentina, mientras tanto,
Lorgio Serrate Ribera quedó como presidente en ejercicio del Comité pro Santa Cruz.
Con la llegada de las milicias armadas a Santa Cruz empezó la persecución, asesinaron de manera cruel y sanguinaria a muchos cruceños, la mayoría estudiantes universitarios. Saquearon, incendiaron y destrozaron el Comité pro Santa Cruz, el Club Social 24 de Septiembre, domicilios particulares, abusaron salvajemente de las mujeres y encarcelaron a los hombres. Así los invasores enviados por el gobierno centralista manifestaron su odio al desarrollo de Santa Cruz.
En la propiedad “La Montenegrina” (Km 12 carretera antigua a Cochabamba), 150 milicianos al mando del Coronel Jorge Solíz Román, se preparaban para darse un festín con sangre cruceña ¡tenían órdenes de no dejar ni un solo falangista vivo! Partieron rumbo a Terebinto sembrando desolación a su paso, la madrugada del 19 de Mayo de 1958, un sobrino de doña Sofía Solíz llamado Juan se encaminaba a su chaco a trabajar y vio que hombres armados se dirigían a la propiedad de su tía, volvió sobre sus pasos y corrió rápido para advertir a doña Sofía y alertar a los dos falangistas que dormían en la casa.
Llegaron aproximadamente 50 milicianos, allanaron la casa y a sus moradores todos menores de 13 años con excepción de doña Sofía, los sacaron a empujones de la vivienda y empezó la requisa, no dejaron un solo rincón sin rebuscar, al no encontrar a los falangistas se ensañaron con los muchachos, los mayores habían madrugado a trabajar en sus chacos (parcelas) estaban lejos. Mientras esto sucedía en la propiedad la “Miel”, el grupo más numeroso de ucureños llegaba al “Potrero del Naranjal”, sorprendiendo a los falangistas aseándose, los ametrallaron y los remataron a machetazos, el primero en ser asesinado fue Romer Mercado Ordóñez por defender a su anciano padre, a Felipe Castro Parada lo sacaron de la casa a culatazos y a patadas, lo inmolaron cruelmente rematándolo con una ráfaga de metralla; José Cuellar Achaval intento la fuga pero estaba rodeado, una hiena lo hiere mortalmente de un machetazo en el vientre y otro desalmado cuchillo en mano le cercena parte de los intestinos y se los enrolla en el cuello, otros ucureños lanzan gritos de júbilo y lo ultiman a patadas; el turno le toca a Miguel Callaú Montero un muchacho de apenas 16 años, lo torturan a bayonetazos destrozándole una pierna, le disparan una ráfaga de pistan y lo dejan por muerto.
Pablo Castro Parada con más suerte que su hermano, al principio de la balacera logró correr hacia el monte y perderse en la espesura, los milicianos disparan sus armas pero no dan en el blanco. Los milicianos cansados de verter sangre falangista se dan un respiro y después se dedican a saquear las pertenencias de la familia Mercado, lo que no pueden llevar lo queman y vitoreando a Paz Estenssoro, a Siles Zuazo y a Lechin Oquendo emprenden el retorno con tres prisioneros, dejando muerte y desolación a sus espaldas
Alberto Mercado hermano de la primera víctima, Gabriel Candia Rivera y Justo Jiménez, son maltratados por los sádicos collas, les cortan en cruz las plantas de los pies y los conducen varios kilómetros en una vía-crucis inenarrable, las víctimas soportan insultos y golpes con estoicismo, al llegar cerca del predio la “Miel” los ucureños burlados se integran a la jauría y empiezan las recriminaciones, hay envidia por el botín y los facinerosos exigen su parte, discuten todo el trayecto hasta llegar a la poza de “Las Liras” y allí se ensañan con Gabriel Candia Rivera, lo obligan a vivar al MNR. Y el valiente responde ¡Viva Falange! Las hienas furiosas lo golpean, le cortan la lengua, le sacan un ojo y ríen a carcajadas, le cortan los genitales y se los introducen en la boca, rematándolo con una ráfaga de metralla, se dan la vuelta para seguir martirizando a otra de sus víctimas pero los prisioneros han fugado.
lberto Mercado y Justo Jiménez, pese a la gravedad de sus heridas en un esfuerzo supremo, logran escabullirse por una quebrada perdiéndose en la espesura de la selva, los milicianos reaccionan disparando sus armas, corren en pos de los fugitivos pero al llegar al monte se detienen, no se atreven a penetrar en la espesura. Los milicianos furiosos patrullan la zona, tendiendo un cerco a la propiedad de los Solíz por más de 20 días. Son cinco los prófugos en la zona, Alberto Mercado y Justo Jiménez son socorridos por los campesinos del lugar, los ocultan y les curan sus heridas. Solo Díos sabe de los tres fugitivos, que vagan por el bosque semidesnudos soportando la sed y el hambre, el sur y el chilchi, ellos son: Pablo Castro Parada, Oscar Terrazas Guzmán.
Las órdenes de los Despóticos comunistas Víctor Paz Estenssoro, Hernán Siles Zuazo, Juan Lechin Oquendo, Ñuflo Chávez Ortiz y Walter Guevara Arce, fueron cumplidas por aquella jauría de hienas, que torturaron, descuartizaron y asesinaron a los karas cambas para gloria del Movimiento Nacionalista Revolucionario; tiñendo con la sangre falangista la campiña cruceña.
Mientras eso ocurría en Santa Cruz, en La Paz, el gobierno distribuía panfletos en los que tildaba a Santa Cruz de separatista y de pretender anexarse al Brasil.
Fuente: porunaboliviamejor