Manuel de Castro del Castillo y Padilla

Manuel de Castro del Castillo y Padilla, o también Manuel de Castro y Padilla, nacido en Andújar, Jaén, el mes de diciembre de 1573.

Hijo del licenciado Alonso de Castro del Castillo, natural de Castrojeriz en Burgos y de doña Inés de Vera y Padilla, natural de Jerez de la Frontera. De profesión abogado, licenciado en Colegio Mayor de San Bartolomé, Salamanca, no era militar.

Fue nombrado Oidor de la Audiencia de Charcas, en la actual Bolivia, mediante cédula expedida el 10 de febrero de 1603, contando con 30 años, y siendo así el más joven en ocupar ese puesto. Ocupando el cargo de presidente de la Real Audiencia fundó la actual ciudad de Oruro, bajo el nombre de "Villa de San Felipe de Austria" en honor al rey Felipe III, el 1 de noviembre de 1606, destinada a ser un centro minero de plata en plena región de los Urus.

Consta en el acta de fundación de la Villa de San Felipe de Austria, labrada por el escribano Bartolomé Pérez de Larrea que acabada la bendición, Manuel de Castro y Padilla enarboló el estandarte en tres ocasiones diciendo en cada una de ellas: "La muy noble y leal Villa de San Felipe de Austria, por el Rey Don Felipe, Nuestro Señor y por sus sucesores en la Corona de la Castilla y León y el Perú…Que Dios guarde muchos años…"

Según una fracción de la historia narrada por Alberto Crespo Rodas, bajo el título: "Fundación de la Villa y Asiento de Minas Oruro", del libro "Oruro visto por cronistas extranjeros y autores nacionales siglos XVI al XXI; Manuel de Castro y Padilla llegó a ésta región los últimos días de julio de 1606, y "muy cautelosamente empleo tres meses en verificar lo que ya todo el mundo sabía en el Perú. Nombró veedores y personas prácticas en el conocimiento de los metales y de satisfacción y confianza", quienes visitaron minas y realizaron pruebas para comprobar la calidad de la riqueza de las vetas argentíferas y de otros minerales.

El día de la fundación fue una jornada de fiesta, las casas adornadas y en frente de la iglesia se armaron arcos y se inundó el espacio con flores. Este acto se convirtió en una fiesta; todo fue alegría y el pueblo enarboló por primera vez el estandarte carmesí en señal de júbilo y por la fundación de la nueva villa.
Al día de fundación sucedieron ocho jornadas de algarabía, los acaudalados degustando licores finos y el pueblo con vino de batalla donado por los potentados. Había música para todos los gustos, espectáculos del palo encebado, corrida de toros, serenatas, juegos de luces en las noches, presentaciones de teatro y cuanta manifestación de júbilo podían manifestar los habitantes de la villa.
Cuadro de la época de la ciudad de Oruro

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